Los pueblos pequeños guardan secretos. Algunos están enterrados en la tierra. Otros, en la sangre…
Cuando el Jefe de Homicidios Mario Vega llega a Tulpetlac, un pueblo atrapado entre la niebla y el olvido, lo hace con la intención de resolver un caso. Un niño ha aparecido muerto en la plaza central, su cuerpo marcado con símbolos que no pertenecen a ninguna iglesia conocida. Pero hay algo en el aire de Tulpetlac, algo que se filtra en los huesos, que se adhiere a la piel como una peste. Las velas parpadean incluso cuando no hay viento. Los rezos resuenan en las calles como una súplica desoída. Y en las catacumbas de una iglesia condenada, una caja lleva siglos esperando a que alguien la abra.
Las preguntas comienzan a acumularse como cadáveres en una fosa común. Un sacerdote cuyos secretos son más antiguos que su fe. Un pueblo que prefiere callar antes que mirar demasiado tiempo en la dirección equivocada. Una serie de asesinatos que se extiende más allá de lo que cualquier archivo policial puede recordar. Y en el centro de todo, Mario, que poco a poco descubre que el caso no solo lo involucra… sino que lo llama por su nombre.
Porque hay cosas que se heredan con la sangre, destinos escritos en un idioma que nadie recuerda. Y cuando las cadenas se rompen y los susurros se convierten en gritos, Mario se enfrenta a la verdad más aterradora de todas: algunos secretos no buscan ser descubiertos. Buscan ser desenterrados.
Lleno de horror sofocante, revelaciones escalofriantes y un clímax de pesadilla, este thriller sobrenatural atrapa al lector en un descenso implacable hacia el infierno personal de un hombre que pensó que conocía la oscuridad. Pero en Tulpetlac, la oscuridad lo conoce a él.
Y está esperando.
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