Es triste, tantos sueños y tan poca esperanza para un pobre chico de 19 años... Especialmente cuando inevitablemente se detiene en las mismas imágenes encantadoras. De repente, decido casi a pesar de mí mismo que es hora de enfrentarlo: enfrentar mi pasado y los sufrimientos presentes, tomar mi vida en mano, construir mi futuro. Aunque ahora mismo, odio esa perspectiva. ¿No está el destino escrito de antemano, podemos cambiar el curso de las cosas? ¿Qué pasa con este concepto de libre albedrío de que cada uno de nosotros construye su propia vida? ¿Realmente tenemos la elección de nuestras acciones? Predestinación, por supuesto... Pero entonces, ¿tendríamos que vivir como pobres marionetas sin alma, víctimas del Gran Manipulador que usa hilos invisibles? Esta idea de repente me horroriza. Pensar que las cosas están más allá de nuestro control es admitir la derrota sin siquiera molestar en luchar. Ahí, inmediatamente se me ofrece la elección de hacer este deseo o de dar la espalda a mi sueño más preciado...